31/10/07

Del Pitecantropus Al Telescopio Espacial Hubbel


Un homínido aprieta en su puño un hueso largo, golpea con violencia una osamenta. Un hueso golpeado se eleva. La toma es en cámara lenta. Imperceptiblemente el hueso girando se transforma en la rotación majestuosa de una modernísima nave espacial. En esta escena ya clásica de 2001 Odisea del Espacio, Kubrick captura alegóricamente milenios de evolución tecnológica. El artefacto como prolongación de nuestros sentidos.

Conocer y fabricar son dos actividades profundamente humanas. Somos Homo Sapiens y Homo Faber. La ciencia satisface las ansias de saber. La técnica satisface las ansias de construir. Hija de ambas, la tecnología inunda el mundo actual de productos.

La ciencia y la técnica se refuerzan mutuamente, cada una ayuda a crecer a la otra. Entender mejor las leyes de la óptica permite construir mejores telescopios. Las leyes electromagnéticas conducen a los motores eléctricos y a los generadores. A su vez los nuevos aparatos permiten indagar más profundamente en la naturaleza, lo que lleva a descubrir nuevas leyes. El círculo virtuoso leyes de la naturaleza, técnica y tecnología, se expande indetenible.

La tecnología muy primitiva no requiere del conocimiento científico. No hace falta conocer las leyes de Newton para construir una palanca, ni conocer geometría analítica o el número “Pi” para inventar la rueda. Pero la tecnología más sofisticada es producto de la ciencia. Cuentan que el primer ministro inglés le preguntó a Faraday que para qué servían sus descubrimientos. Faraday respondió: “No sé señor, pero algún día habrá que pagar impuestos por este descubrimiento”.

La telefonía celular o las computadoras son inconcebibles sin el desarrollo de la física cuántica. El uso de la energía atómica supone conocer las leyes de la física nuclear. Entender cómo emiten radiación los átomos permite construir un rayo laser.

Hoy podemos manipular los átomos individualmente con auxilio de la nanotecnología, observar los confines del universo, o transmitir y manejar instantáneamente billones de datos en Internet. Evidencia contundente de que el matrimonio ciencia – tecnología es indisoluble y exitoso.

La ciencia opta por entender el mundo físico a su alrededor, muchas veces por el simple placer de descubrir. La misión de la ciencia es descubrir. Y de teorías muy abstractas han surgido aplicaciones prácticas. No sabemos qué ventajas adaptativas nos brinda conocer la elusiva teoría cuántica de la gravitación o la comprensión de los agujeros negros, pero a lo mejor un día tendremos que pagar impuestos por ellos.

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