24/11/07

La Energía Del Vacío


En 1917 Einstein dejó escapar la oportunidad de hacer la predicción del siglo: nada más y nada menos que anticipar teóricamente la expansión del universo.
En efecto, las ecuaciones de la relatividad al ser aplicadas al universo, sugerían que debía expandirse o contraerse. Era una época en la que no existían demasiadas observaciones cosmológicas y Einstein sucumbió al prejuicio milenario de un universo inmutable y estático. Modificó sus ecuaciones originales para que fueran compatibles con su prejuicio, agregándoles un término que se llamaría la constante cosmológica.
La constante cosmológica se encargaría de contrarrestar la atracción gravitacional produciendo un modelo de universo estático en equilibrio.
Una década después, en 1929, los telescopios poderosos comenzaban a mostrar evidencias contundentes de que las galaxias se alejan unas de otras en una gigantesca estampida cósmica. El universo no era estático como Einstein creía, sino en expansión como sus ecuaciones originales sugerían. Fue entonces cuando Einstein abjuró de la constante cosmológica, la estigmatizó como el mayor error de su vida y volvió a las ecuaciones originales. Ese fue el segundo mayor error de su vida. La constante cosmológica, como en la fábula del aprendiz de brujo, una vez invocada, no era fácil desaparecerla.
Corresponde a las observaciones determinar si existe o no, y cuál es su valor.
Y las observaciones llegaron. En 1998 estudiando la luz de supernovas muy distantes, dos grupos de investigadores consiguieron evidencias de que el universo no sólo se expande sino que lo hace de una manera acelerada: la expansión es cada vez más rápida.
La explicación más plausible de esta aceleración es la repulsión gravitacional producida por la constante cosmológica.
La masa asociada a la constante cosmológica representa alrededor del 70% de la masa del universo.
¿Qué forma esta “energía oscura” que controla actualmente la expansión del universo?
No lo sabemos. Sabemos que no es materia ordinaria como la que nos forma a nosotros y a las estrellas. Se le asocia con el esotérico nombre de “energía de las fluctuaciones cuánticas del vacío”, pero los cálculos teóricos y las observaciones difieren abismalmente.
La constante cosmológica, abjurada por Einstein, está en el centro de una crisis sin precedentes en la física teórica. La resolución de esta crisis clama por una adecuada comprensión de la gravedad en las más pequeñas escalas imaginables, para poder entender mejor la mayor de las escalas: el inconcebible universo.

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